El Oso Peposo se ha comido ¡cuatro tarros de miel! en su casa de su amigo conejo. Se siente tan pesado que ni siquiera es capaz de llegar hasta su camita para echarse la siesta.
Decide tumbarse en el suelo, y cierra los ojos para descansar mejor. El Oso Peposo no quiere pensar en nada. Imagina su cuerpo todo lleno de miel por dentro, de miel pesada y blandita:
Los pies.- los pies son muy pesados, tanto que parece que se hunden en el suelo, están llenos de miel y pesan como dos enormes piedras, pesan, pesan...Las manos.- ¿Qué les ha pasado a mis manos?, se pregunta el pobre Oso Peposo: pesan tanto que no puede ni mover los dedos, pesan, pesan, pesan...
La miel está comenzando a subir por sus brazos y piernas y al Oso Peposo le pesan mucho, le pesan tanto que parece que se estuvieran hundiendo en el suelo, le pesan, pesan, pesan...
La miel está también en su tripita, le sube por el pecho, y llega hasta su cabeza : el cuello, los ojos, la nariz, los mofletes, las orejas, todos están llenos de miel, blandito y pesado como una gota de miel gigante hundiéndose en una nube.
El Oso Peposo está tan agustito que va quedarse dormido. No se mueve, sólo siente cómo su tripita sube y baja cuando respira, muy despacio.Escucha cómo retumban sus manos, sus pies, su tripita , con el sonido de su corazón. Es como un tambor. Está muy callado y quietecito porque le gusta oirlo. (Permanecer en silencio)
Poco a poco, el Oso Peposo empieza a mover un pie, y luego el otro, una mano, y luego la otra, estira sus brazos y después sus piernas, como hacemos cuando nos despertamos por las mañanas. Abre los ojos y se despereza como sólo saben hacerlo los osos ( muy importante estirarse bien "como hacen los osos" al acabar la secuencia)
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